Una
ancestral fiesta otoñal, de origen indo-europeo, centrada en la noche del 31 de
octubre, último día del mes y víspera de la actual festividad cristiana de Todos
los Santos y el subsiguiente Día de las Animas, que ha llegado a nosotros a traves
de las "pelis" americanas. Las
referencias a estas fechas, en las se producía la renovación de los tratados de
tenencia de las tierras, una vez concluido el ciclo agrario anual, y los rebaños
volvían de los pastos, es común en todas las culturas europeas. Era el momento
de prepararse para el crudo invierno aplacando a los poderes sobrenaturales a
quienes se atribuía el control de la Naturaleza, y de alejar a los malos espíritus
encendiendo enormes hogueras en lo alto de las montañas. Se
decía que el alma de los muertos volvía a sus antiguas casas en este día para
reconciliarse con los vivos, que encendían numerosas velas como ofrenda a su memoria
y símbolo de reconocimiento y preparaban diferentes tipos de dulces con los que
congraciarse. (Tradición que ha llegado hasta nosotros, aunque desconozcamos su
origen, mediente la eleboración de diferentes tipos de dulces, para los que generalmente
se utilizan productos que no se descomponen, que no se pasan, como la miel, las
almendras, los piñones o el azucar.) Ritos
de iniciación Se
consideraba que era el día más propicio para los asuntos de adivinación, sobre
todo para los relacionados con la muerte y los matrimonios a celebrar en el próximo
año, siendo el único día del año en que se podía pedir la ayuda del Diablo, para
estos menesteres, sin tener que entregarle el alma a cambio. Y era la primera
noche en la que los jóvenes púberes de ambos sexos estaban autorizados a juntarse
en reuniones nocturnas cargadas de caracteres mágicos y ritos de iniciación sexual.
De ahí, de este cúmulo
de prácticas, también registradas entre los vascos, como lo testimonian Julio
Caro Baroja y Resurrección María de Azkue, relacionándolas con costumbres germanas
de parecido carácter, derivan las actuales celebraciones para con los difuntos,
entre las que merecerían destacarse las que se conservan en México, y otras como
nuestras "gastainarre", las "castanyadas" de Cataluña y los populares "magostos"
de Galicia, "obligada reunión nocturna de chicos y chicas, en torno a un tambor
de castañas asadas (inequívoco símbolo otoñal), para cantar, reír y jugar a los
más bellos juegos". La
fiesta, hoy Pero sin
embargo, la única fiesta de este tipo que ha llegado con fuerza hasta nuestros
días, impuesta a través de la cultura anglo-sajona, bajo el nombre de "HALLOWEEN",
es la antigua fiesta celta de "SAMHAIN", de la que todos nosotros tenemos una
confusa referencia por las películas americanas, sin llegar a aquilatar que las
calabazas (otro símbolo otoñal por excelencia), brujas, esqueletos, espantajos,
velas y demás elementos que ahora identificamos con la fiesta de HALLOWEEN, tienen
su origen en las "fiestas de renovación" con las que nuestros antepasados conmemoraban
el paso del verano al invierno, según la antigua división del calendario en tan
sólo dos largas estaciones, de la que todavía guardamos constancia en nuestra
lengua vasca, en la que a la primavera se denomina udaberri: verano nuevo, y al
otoño udazken: fin del verano. |