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La mascota
Vida y milagros
Esos simpáticos animalitos que
hacen gracietas, emiten diversos ruiditos, nos calientan las manos
en invierno, nos acompañan en nuestros momentos de soledad...,
"mamiii, yo quiero uno, por fiiii"... Alto! Detente! Que esa frase
la dije yo y ahora la estoy pagando!
Qué jodida manía tienen los
críos de antojárseles alimañas de todo tipo para que al final
terminen cuidando de ellas los sufridos progenitores. Yo
fui uno de esos niños antojadizos. Mis padres tuvieron que cuidar
de dos pájaros, cuatro peces y un hamster. Primero fueron
los pajaritos, eran pareja de hecho: Pichurrín y Pichurrina (perdón
pido, Dios mío, por mi hortera infancia). Bueno, estos dos no
hacían gran cosa, aparte de cagar la jaula entera y tirar
el alpiste como con onda expansiva. Solíamos soltarlos
por la cocina y les encantaba bañarse en la fregadera.
Él también lo haría
Las mascotas en general tienen el
inconveniente de que hay que empaquetárselos a alguien
cuando te vas de vacaciones porque si no, tienen la fea costumbre
de morirse de hambre o sed o cosas así. Encontar cuidador para
mis dos pajaritos nunca fue problema. Mi cuñado lo tuvo peor,
nadie tuvo güevos para quedarse con sus doce pájaros y
se vio en el trance de (lo juro, verídico) tener que llevárselos
a Benidorm en el tren. Pasados unos años Pichurrina se murió y
para que Pichurrín no se sintiera solo se lo regalé a mi
cuñado, total que más le daba doce que trece...
© humorenlared.com
- Actualizado el 21-04-03
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