Inflando el currículo

Que se te va a quedar como los labios de una cincuentona con pasta: todos los colagenazos hacia fuera, sin poder más. A nadie engañas con tu coartada intelectual. Lo que pasa es que sabes domiciliar una matriculita en el momento justo, para que en la sucursal del banco piensen que tienes altas miras culturales. Luego con un poco de habilidad podrás demostrar que estabas allí y no subiéndote de mula un buen alijo entre el pantalón y la dignidad perdida. No sabes nada, tú.

Eh, que los créditos son cosa importante y según y cómo algunos cursos pueden merecer la pena. Tú lo que quieres es que admitan tu ponencia redonda. Esa. La de terciopelo rojo. La de trilar a los guiris. Tú quieres que te dejen explicar la diferencia entre una camiseta sudada y el picor de espalda. Tus cervicales recuerdan la empollada de hace poco. Tus ojos dirimen una lucha entre el sueño y la lágrima fácil. Tu nariz se perdió lo mejor de lo peor.

Porque tú quieres el poder del verano. La charla infame y pasear tu mirada traviesa por los rostros alucinados del personal. Alimentando la intriga sobre si eres un estafador, un catedrático o ambas cosas. Lo cortés no quita lo valiente. Así pues, sigue estudiando, haz pasillo, menea tu cafecito con arte. Come alguna oreja y podrás comer algo mejor. Estás en la noria.

© humorenlared.com - Actualizado el 02-07-04

Más, en el nº 61 de KARMA dice: Ya en tu punto de venta