Comunicado
PKD - diciembre 2000 El
PKD y el hambre en el mundo
Comer y cagar lo comido. Si redujéramos al mínimo posible las necesidades
del hombre, esas dos serían las fundamentales. Lo mismo para la mujer, claro.
Más todos los utensilios necesarios para la cocina, porque, pese a los avances
conseguidos, todavía estamos lejos de la igualdad total: que ninguno sepa cocinar.
Pero no es sobre igualdad entre los géneros de lo que se trata aquí. Se trata
de sentar la postura del PKD acerca del hambre en el mundo.
De hacer oír, por encima del ruido de nuestras tripas, el grito de desesperación
de esos miles, millones de personas que pasan verdadero hambre y sed en
el mundo. Hambre de gofres y sed de
anís. Hambre de no poder ponerte en pie ni para pedir otra ración de pulpo
a la gallega. Hambre de pasteles variados, leche frita, frutos del mar con
arroz tres delicias y postre de la casa. Hambre de un día y otro y otro más. Vamos,
un hambre soberana y total. Dueña de tus actos y de tus débiles pensamientos.
De ése hambre hablamos. Y hablamos sin saber, claro. Así que desde el PKD, hablando
de oídas y con la boca llena, sólo podemos decir: contra el hambre, comer mucho.
¡A merendar, a merendar hasta enterrarnos en el mar!. El
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